viernes, 28 de abril de 2017

Historia del arte 2 Tarea 1

Cátedra



                                              Roma, Santa Balbina. Cátedra del siglo XIII

Definición:

Cátedra palabra que deriva del latín cathedra que sirve para nombrar al sillón en que se sienta el obispo en los oficios litúrgicos. A lo largo de la historia también han recibido el nombre de cátedras los confesionarios y las sillas de coro,


Historia:

Se han encontrado ya cátedras episcopales en las catacumbas. En las primeras basílicas y durante la época románica estuvo la cátedra en el fondo del ábside o de la capilla, puesta sobre gradas. 

cátedra de moisés
Ostentaba rica ornamentación formada con relieves cuando la silla era de mármol, con incrustaciones de marfil si tenía madera. De este tipo es la cátedra del Papa en la Archibasílica de San Juan de Letrán en Roma. Al trasladarse el coro al medio de la catedral, se trasladó también la cátedra del obispo. Desde el siglo XIV, la cubre un dosel de respeto. Del baldaquino o palio como trono de los obispos habla Inocencio III como ornamento litúrgico usado en su siglo XII. Se han dado también sillones móviles con las funciones y honores de cátedras, como son las sillas curules romanas o sillas tijera. 
De esta última clase es la cátedra de San Pedro que se venera en el Vaticano dentro de un monumento en forma de enorme trono, en el ábside, y que la leyenda dice que regaló a San Pedro el senador Pudente. Otros eran sillas gestatorias con anillas laterales por donde pasaban unos fuertes barrotes horizontalmente para llevarlas sobre los hombros. 




De la forma curul es la silla de San Ramón, obispo de Barbastro que se guarda en la antigua catedral de Roda. Los confesionarios pueden contarse dentro de las cátedras antes del siglo XVI, cuando consistían en un sillón con respaldo alto. La invención de la forma que tienen ahora puede atribuirse a los Padres de la Compañía de Jesús. En las catacumbas hubo confesionarios idénticos a las cátedras episcopales. 




Por otra parte, el pueblo romano veneraba una verdadera cátedra de madera ya en el siglo IV y mucho antes en la que, según la tradición inmemorable, se habría sentado el Príncipe de los Apóstoles. 

Esta veneranda y preciosa pieza se conserva en el Vaticano, sustancialmente en la misma forma original. Se le añadieron al correr de los siglos algunos adornos para enriquecerla, pero sin cambiar su estructura. Es una gran silla o trono de madera de encina formada por una caja cuadrilátera de unos 89 centímetros de ancho por 78 de alto hasta el asiento, con unos pilares en los ángulos y un respaldo o dosel terminado por un tímpano triangular. Tiene en los pilares unas anillas para poder ser fácilmente trasladado. 

En el cuadrilátero frontal anterior, debajo del asiento, la enriquecen tres hileras de seis casetones cada una con sendos marfiles incrustados de oro, muy antiguos. Los que también adornan el dosel son aún de mayor antigüedad y seguramente tallados especialmente para esta cátedra. Durante toda la Edad Media estuvo visible y fue muy venerada.
En un principio habría estado en Santa Prisca, en el Aventino, en el lugar donde, habría residido el apóstol. El papa San Dámaso, en el siglo IV, la trasladó al baptisterio del Vaticano por él construido. Al levantarse en el siglo XVI la actual imponente basílica Vaticana, se creyó conveniente guardar como una reliquia la veneranda cátedra. Bernini, el último gran arquitecto de las obras, emplazó en el fondo del ábside un grandioso altar barroco que tiene, a manera de imagen principal, una colosal cátedra de bronce, sostenida por ángeles y que es el relicario que custodia la antigua silla del apóstol.